Contadores de visitasLa ganadora del Planeta por 'Contra el viento' sostiene que las inmigrantes "nos permiten ser madres, amantes, hijas y trabajadoras"
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XAVI AYÉN | Barcelona | 17/10/2009 | Actualizada a las 01:38h | Cultura
Con sus maquilladas y alegres ojeras de haber dormido tan sólo cuatro horas, a la mañana siguiente de haberse proclamado ganadora del premio Planeta, Ángeles Caso (Gijón, 1959) responde, sentada en un sofá azul de su hotel, a nuestras preguntas sobre Contra el viento, novela que estará en las librerías a partir del próximo 5 de noviembre (210.000 ejemplares) y en la que narra la vida de una emigrante caboverdiana en España, inspirada en el caso real de São, una mujer que trabajó para ella y que le prestó la historia de su vida.
MÁS INFORMACIÓNÁngeles Caso, premio Planeta
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El tema de la emigración está muy poco tratado en la literatura española actual. Y ya parece un exotismo total que la protagonista sea negra...
A mí no me consta ningún otro caso, ¿verdad? Aunque siempre puede aparecer. Yo soy de los que hablan del mundo que les rodea.
El tema enlaza con su compromiso con la causa femenina.
En mi vida tengo dos compromisos: la literatura, que está por encima de cualquier otro; y, después, la sociedad en la que vivo, especialmente las mujeres. Me siento enormemente orgullosa de mi condición de mujer y cuantos más años tengo más contenta estoy de las maravillas y privilegios que me proporciona. Como decía Virginia Woolf, ¿por qué negar que hay una mirada femenina sobre el mundo? ¿Y por qué no puede interesar tanto a los hombres como a mí me hechizan Kipling, Conrad u Homero? Ya he escrito sobre las mujeres que perdieron la Guerra Civil, y ahora doy voz a las invisibles emigrantes, que nos permiten a las europeas ser a la vez madres, amantes, hijas y trabajadoras. Somos todo eso porque ellas nos suplen cuando no llegamos. Sin ellas no podríamos ni ir al cine.
¿Es una nueva esclavitud?
Sí. No lo reconocemos, pero hemos construido nuestra libertad sobre su esclavitud, como sucedía en la Grecia clásica. Las explotamos. Las mujeres europeas nos hemos liberado explotando a otras mujeres, las emigrantes, pagándoles sueldos por debajo del salario mínimo, sin darlas de alta en la Seguridad Social, dejándolas sin papeles aunque trabajen. Ellas han seguido ahí, dando cariño a nuestros hijos y padres, a pesar de que han abandonado a los suyos en su país. Y sabiendo que, un día, las vamos a dejar en la calle, sin derechos. Y ahí están. Con un valor y una fortaleza y un saber lo que es realmente importante en la vida que, como europea mimada por la fortuna, me parece admirable. Son las heroínas del siglo XXI. Tenemos que reflexionar sobre esto, porque está muy bien liberarse, pero no es ético hacerlo a costa de ellas. Tengo muchas amigas de Cabo Verde, son seres humanos extraordinarios y las quiero y las ayudo en todo lo que puedo.
¿De verdad somos racistas?
Por supuesto. En las sociedades en crisis, cuando la gente empieza a quedarse sin trabajo, las corrientes racistas emergen con fuerza, se dice que los extranjeros nos roban las becas de comedor, que saturan los hospitales...
También aborda el tema del maltrato...
Las mujeres emigrantes lo padecen con mucha más frecuencia. São tiene un hijo con un maltratador angoleño. Tampoco es algo que aparezca mucho en las novelas actuales, reprocho a los hombres escritores lo poco implicados que se sienten al respecto. Sé de qué hablo: he pasado noches, a las cuatro de la mañana, acompañando a una amiga al hospital, porque su pareja le ha abierto la cabeza con cualquier pretexto. Me he pasado muchos días acompañándolas al psiquiatra. El maltrato empieza con desprecios, luego con insultos, luego con golpes en la mesa, es un proceso que va sucediendo poco a poco, y he querido mostrar esa disolución progresiva de la psique que realiza el hombre al que creen amar, esa reducción del amor a cenizas. Llevamos 47 muertas en lo que va de año, y es sólo la punta del iceberg de decenas de miles de torturas cotidianas.
¿Qué estructura tiene la obra?
Hay una narradora, una mujer española que conoce a São cuando la contrata para trabajar en su casa mientras ella atraviesa una depresión. Y, al conocerla, aprende a admirarla y a quererla. En los primeros dos capítulos, habla de sí misma y el resto del libro es la narración que realiza de la vida de São.
Es inevitable no verla a usted como la narradora...
No, ella es licenciada en Derecho, yo en Historia del Arte; ella es funcionaria, yo periodista y escritora; ella no tiene hijos...
¿Cuánto tiempo ha invertido en este libro?
Lo he escrito en siete meses, tras nueve años alejada de la novela. Al conocer a São me di cuenta de que su vida merecía un libro.
¿Qué mensaje le gustaría que recibieran sus lectores?
Lo que me ha dicho una amiga tras leer la novela: que se ha dado cuenta de que detrás de la persona que va a limpiar su casa hay una vida, ¿qué le parece?
¿Qué va a hacer con los 601.000 euros del premio?
Lo voy a compartir con ella, claro, no por generosidad sino porque me parece lo natural, se trata de su historia y será una gran ayuda para sus hijos. Ella vive ahora en Lisboa, trabaja muchísimas horas cada día, por una cantidad de dinero miserable –500 euros– y tiene que sacar dos hijos adelante. También voy a compartir el 43% del premio con todos los españoles, a través de Hacienda. Pediría que, por favor, no se lo gasten en la autovía antiecológica Oviedo-Palencia ni en gastos suntuosos de algunos políticos.
¿Es un libro sobre el mal?
Con los años me he dado cuenta de que la bondad es una actitud individual, algo sobre lo que tienes que reflexionar mucho, y que supone un esfuerzo de la voluntad enorme. Yo estoy en esa apuesta: quiero un mundo de gente bondadosa. São se da cuenta también y se niega a entregarse a la maldad, a pesar de que tiene motivos para odiar, como todos. Pero, si uno se esfuerza, puede no entrar en ese círculo. Si algún sentido tiene nuestro paso por este mundo es el de ser lo mejores personas posibles.
http://www.lavanguardia.es/cultura/noticias/20091017/53806450468/angeles-caso-las-mujeres-europeas-nos-hemos-liberado-explotando-a-las-emigrantes-planeta-seguridad-s.html