El Perú es el país de la papa
Rolando Arellano C.
Profesor del Área de Marketing
CENTRUM Católica
"¿Qué sería de un BigMac sin sus "french fries" y los franceses sin los purés de papa? ¿Cómo comerían los belgas sus choros hervidos sin papas fritas?"
Para posicionarse de manera atractiva en el mundo, el Perú necesita una idea central que lo presente como único y distintivo. Hoy se le presenta como un país de variedad natural, humana y arqueológica, de la ecología, la aventura y las playas, y también como el país de los incas, atributos que, salvo este último, comparte con otros lugares del mundo. No hemos aún considerado un atributo más prosaico, pero de gran relevancia mundial, histórica, presente y futura: Somos el país de la papa.
La humanidad nos debe, sin discusión sobre su origen inca y peruano, este producto que con el arroz, el maíz y el trigo constituye la base alimenticia mundial y que salvó a Europa de la hambruna. Sin duda mucha gente no conoce del Imperio de los Incas o no le interesa la ecología, ¿pero quién en el mundo no conoce la papa? Ella es hoy base de la cocina de innumerables países. ¿Qué sería un BigMac sin sus "french fries"? ¿Y la cocina francesa sin los purés de papa? ¿Y cómo comerían los belgas sus choros hervidos sin papas fritas?
La papa tiene, además, la ventaja de unir a la nación. La cocina peruana, nuestra mejor propaganda en el mundo, es a base de papa. La ocopa, causa, lomo saltado, carapulcra, papa rellena y otros platos de bandera son con papa. El ají de gallina quedaría huérfano sin su papa sancochada abajo, y hasta el cebiche a veces lleva papa, en lugar de su primo hermano el camote. Así, mientras afuera se habla de papa, a secas, en el Perú la papa tiene nombre y apellido: papa huayro para huancaína, papa blanca para freír, papa amarilla para purés, etc. Tenemos aquí dos mil variedades de ella y la sede del Instituto Internacional de la Papa. Solo sorprende, ahora que celebramos el día del pisco, ver que el Perú no tiene un licor de papa.
Las posibilidades de acción son muy variadas. Con esa bandera se podría organizar, por ejemplo, el festival mundial de la papa, que movilizaría turismo interno y externo hacia Tarma, Huánuco y Cañete debido a la producción; o a Puno, Arequipa y Piura por la gastronomía, y otras ciudades con actividades atractivas alrededor del tubérculo.
Eso nos obligaría a elaborar un plan de desarrollo agrícola e industrial con el fin de ser el país de la mejor papa del mundo, como el vino de Francia o el café de Colombia. No parece difícil, dadas las ventajas culturales, sociales y naturales que ya tenemos.
El posicionamiento "Perú, país de la papa" tendría entonces la ventaja de hacer sinergia entre las actividades turísticas, la agricultura, la industria, la gastronomía y el orgullo nacional. Este uniría así el pasado, el presente y el futuro del Perú en torno aun solo objetivo y contribuiría a que los peruanos vivamos y comamos mejor. No olvidemos que los peruanos, no comemos, "papeamos".
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