Quien tiene padrino, se bautiza
Miguel A. Santos Guerra
Esta es una expresión que se utiliza para explicar un fenómeno muy arraigado en nuestra cultura. Con este dicho se pretende explicar que quien tiene una persona que le protege, que le defiende o que le recomienda, puede conseguir lo que no alcanza aquella persona que carece de esa privilegiada ayuda.
Puede tratarse de una influencia para conseguir que aprueben a un alumno, de un recomendación para que un paciente se cuele en las listas de espera, de un `enchufe´ para que concedan una licencia de obras, de un toquecito para que conseguir una plaza en una oposición o un crédito en un banco... Sin la ayuda del padrino no se llegaría a buen fin.
No me gustan las generalizaciones. Suelen ser falsas y, muchas veces, desalentadoras y antidemocráticas. Pensar que todo el que tiene un padrino lo utiliza es una generalización abusiva. Algunos lo hacen, eso sí, pero no es justo generalizar.
Hay quien, para conseguir un trato de privilegio, utiliza el argumento de que otros lo hacen, de que todo el que puede, lo hace. Pero el hecho de que otros lo hagan no es una razón válida para actuar indebidamente. La frase "tú también lo harías si pudieras", echada a la cara de quien critica el proceder discriminatorio, es una mera excusa...
He localizado en internet, escrita en portugués, y dentro del estupendo blog de un magnífico amigo como es José Matias Alves, una fábula muy pertinente respecto a la cuestión que me ocupa.
En un día hermoso y soleado el conejo salió de la guarida con su ordenador y se puso a trabajar muy concentrado. Poco tiempo después pasó por allí una raposa, vio aquel suculento conejito y comenzó a salivar. Intrigada por la actividad del conejo, la raposa se aproximó y le dijo:
- Conejito, ¿qué estás haciendo tan concentrado?
- Estoy redactando mi tesis doctoral, dice el conejo, sin apartar los ojos del trabajo.
- Y, ¿cuál es el tema de tu tesis?
- Es una teoría que demuestra que los conejos son los verdaderos predadores naturales de las raposas.
La raposa respondió indignada:
- Eso es ridículo. Las raposas somos los predadores de los conejos..
- De ninguna manera. Vente conmigo a mi guarida y te mostraré la prueba experimental.
El conejo y la raposa entran en la guarida. Pocos momentos después se oyen algunos ruidos indescifrables, unos pocos graznidos y después silencio. Enseguida el conejo vuelve solito y retoma el trabajo sobre su tesis como si nada hubiera pasado.
Media hora después pasa por allí un lobo. Al ver al conejito se alegra de tener la comida asegurada. El lobo decide saber qué está haciendo el conejo antes de devorarlo.
- Joven conejito, ¿qué estás haciendo tan concentrado?
- Mi tesis doctoral. Es una teoría que vengo defendiendo desde hace algún tiempo y que prueba que nosotros, los conejos, somos los grandes predadores naturales de varios animales carnívoros, incluidos los lobos. El lobo estalla en carcajadas ante la petulancia del conejo.
- Ay, apetitoso conejito. esto es un despropósito. Nosotros, los lobos somos los auténticos predadores .
- Acompáñame y verás la prueba experimental.
Ambos desaparecen guarida adentro. Se oyen gritos desesperados, ruidos de masticación...y silencio. De nuevo el conejo vuelve solo, impasible, a la redacción de su tesis, como si nada hubiese pasado. Dentro de la guarida del conejo se puede ver, entre restos de raposas y de lobos, un enorme león, satisfecho, bien alimentado, limpiándose los dientes.
La moraleja es muy clara: No importa lo absurdo del tema de la tesis. No importa si la tesis no tiene el mínimo fundamento científico. No importa que las pruebas no lleguen a probar las teorías. No importa asimismo si las ideas van contra lo más obvio de los conceptos lógicos. Lo que importa es quién es tu padrino.
Los padrinazgos son injustos porque destruyen la justicia. Siempre existen perjudicados cuando se favorece indebidamente a alguien. Si se salta una lista de espera, si se concede una plaza a quien la merece menos que otro, si se obtiene una información privilegiada, si se aprueba una tesis elaborada sin rigor..., hay personas perjudicadas. Precisamente aquellas que no tienen un padrino que las ampare o aquellas otras que deciden no utilizarlo aunque pudieran hacerlo.
Es una mala costumbre utilizar `enchufes´ (necesitan los enchufes quienes están apagados) en detrimento de quienes no pueden hacerlo. Es también una mala costumbre pensar que la situación está tan generalizada que todo es corrupción y abuso de los privilegiados. Y es pésima la situación en la que se hace ley la costumbre de que cada uno utiliza al padrino con tanta mayor fuerza cuanto más elevado sea su estatus.
Alguna vez oí que un alumno fue recomendado desde el poder de la dictadura ante los miembros de un tribunal de raválida. Le hicieron preguntas sumamente fáciles. Pero no contestó a ninguna.
El presidente del Jurado le dice al examinando:
- ¿Usted cree que con este examen, se puede aprobar?
El alumno contesta, humilde y razonablemente, que no. Pero el presidente le aclara:
- Pues sí, sí que se puede aprobar.
Esta anécdota me lleva a denunciar también a quienes obedecen servilmente o acceden de forma injusta a los padrinos poderosos. Es preciso combatir esas prácticas que rompen el principio básico de la democracia y de la justicia. El principio de que todos los ciudadanos y ciudadanas tenemos los mismos derechos y obligaciones. Lo dice Fernando Savater en su último libro `Diccionario del ciudadano sin miedo a saber´: "Los iguales lo son en derechos y deberes, no en raza, sexo, cultura, capacidades físicas o intelectuales ni creencias religiosas: es decir, igual titularidad de garantías políticas y asistencia social, así como igual obligación de acatar las leyes". La igualdad es la piedra angular de la democracia.
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