lunes, 26 de diciembre de 2011

jueves, 22 de diciembre de 2011

Portugal vende su parte de la eléctrica EDP a una empresa china por 2.693 millones de Euros


Contadores de visitas

La sociedad lusa tiene una pequeña participación en España y controla HidroCantábrico. -La operación entra dentro del proceso de privatizaciones del Gobierno para reducir el déficit .

Después de dos semanas de pugnas y rumores Portugal ha anunciado hoy la venta a la china Three Gorges (Las Tres Gargantas), por casi 2.700 millones de euros, su participación mayoritaria (21,3%) en la eléctrica EDP, la joya de su programa de privatizaciones. Con un valor bursátil cercano a los 8.000 millones de euros y un beneficio neto que durante los últimos tres ejercicios (2008, 2009 y 2010) ha excedido los mil millones de euros, Energías de Portugal (EDP) pasa a manos extranjeras 23 años después de dejar de ser un monopolio público.

La venta del 21,35 por ciento de sus acciones, hasta ahora en manos del Estado luso (que todavía detenta en su poder casi un 4% más), supondrá unos ingresos de 2.693 millones de euros, más de la mitad de lo que espera recibir Portugal con su programa de privatizaciones para reducir el déficit.

La eléctrica REN, la aerolínea lusa TAP, la petrolera Galp, la Radio Televisión pública o Aguas de Portugal son algunas de las empresas de las que se desprenderá el Estado luso antes de 2014, para cumplir el acuerdo firmado en mayo a cambio de un rescate financiero internacional de 78.000 millones de euros.

La UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI) exigieron a Portugal que adelantará a este mismo año su plan de privatizaciones y el Ejecutivo conservador que sustituyó a los socialistas en junio hizo de esa tarea una prioridad.

Three Gorges se convertirá ahora en el principal accionista de EDP, seguido por dos entidades españolas: Iberdrola (6,79%) y la Caja de Ahorros de Asturias (5,01%). Por detrás de ellos se colocan el grupo inversor luso José de Mello (4,82%), el Banco Comercial Portugués (3,37%), el Banco Central de Noruega (2,66 %), la compañía pública argelina Sonatrach (2,23%), el Banco Espirito Santo (0,88 %) y la también estatal Caixa Geral de Depósitos (0,64%) de Portugal.

EDP es uno de los títulos más importantes de los veinte que cotizan en el principal índice de la Bolsa de Lisboa, el PSI-20, aunque en los últimos dos años su valor en el mercado ha caído un 25%, hasta situarse en el entorno de los 2,3 euros por acción.

En el comunicado al regulador del mercado de valores de Lisboa, en el que se informó de la venta, EDP señaló que la operación supone un premio del 53,6 por ciento en relación al precio de mercado a fecha de ayer. La eléctrica, presidida ahora por Antonio Mexia, tiene negocios tanto en Portugal como en Brasil y España y parte de su actividad se centra en las energías renovables, especialmente la eólica, además de la producción y distribución de gas.

En la vecina España EDP situó la sede de su filial EDP Renovables, controla además HC Energía y compró en 2009 activos a Gas Natural por más de 300 millones de euros. Con esa adquisición, EDP se hizo con las empresas de distribución en baja presión y comercialización de gas en las comunidades españolas de Cantabria y Murcia, así como las que lo hacen en alta presión en las del País Vasco, Asturias y Cantabria.

La eléctrica portuguesa presenta en la actualidad una deuda valorada aproximadamente en 17.000 millones de euros, una cifra que en opinión de Mexia "no es preocupante" debido a que sigue financiándose a un interés más bajo que el Estado luso.

Las agencias internacionales de calificación mantienen a EDP como una de las pocas empresas lusas de relevancia cuya deuda no está calificada a nivel de los bonos basura.

Fuente: http://www.elpais.com/articulo/economia/Portugal/vende/parte/electrica/EDP/empresa/china/2693/millones/elpepueco/20111222elpepueco_10/Tes

viernes, 9 de diciembre de 2011

Hernando de Soto: "Esta crisis no es financiera sino de conocimiento"


Contadores de visitas



Aquí estamos, luego de tres años, sumidos en una crisis financiera global, y aún andamos a ciegas. No sabemos ni siquiera qué es lo que no sabemos.

Lo que sabemos es que estamos atascados en una gigantesca contracción del crédito privado. Nadie está haciendo suficientes préstamos e inversiones para expandir o comenzar negocios y hacer que crezca la economía. Los remedios aplicados por Estados Unidos y los gobiernos europeos intentaron tratar los síntomas –deudas incobrables, bancos tambaleantes, empresas al borde de la quiebra, gente que perdía sus casas, desempleo en aumento, guerras de divisas– mas no la enfermedad.

Si esos síntomas fueran la causa real de la crisis, los ‘capitalistas especuladores’ habrían arrasado a estas alturas. Habrían detectado las señales que avisan de los que están en problemas y –siguiendo las leyes de la oferta y la demanda– habrían comprado a precio de saldo los restos potencialmente lucrativos de los activos y operaciones improductivos, lo que corregiría las deficiencias que los condujeron a esa situación.

Habrían comprado un edificio viejo y fuera de uso, y lo habrían transformado en uno de veinte pisos, con dos restaurantes y un amplio aparcamiento. Se habrían apoderado de una línea aérea incapaz de llenar su sección de primera clase y la habrían transformado en una opción de bajo precio, con el doble de asientos por avión.

Esto no ha sucedido en forma significativa. ¿Por qué?

Los mecanismos que registran y señalan en Estados Unidos y en Europa la información económica fundamental que determina si es razonable conceder un crédito privado –quién tiene los derechos de propiedad sobre activos, pasivos y acciones, y, por tanto, quién detenta los riesgos y cuáles son las oportunidades– ya no son confiables. Se ha quebrado el sistema de conocimiento.

Se podría decir que la información económica organizada por los registros de la propiedad y las operaciones juega el mismo papel en el crédito que el que juega el ADN en la biología: almacena la información de largo plazo que determina cómo se organizan las diferentes células del organismo.

Los balances que alguna vez señalaron claramente los hechos, lo cual permitía a los foráneos inferir lo que la compañía poseía –y debía a sus acreedores–, han sido mutilados con demasiada frecuencia. Algunas compañías en dificultades financieras pueden, legalmente, refugiarse en ‘contabilidad fuera de balance’ transfiriendo las malas noticias a libros de contabilidad menos visibles, llamados Entidades de Propósito Especial (SPE, por sus siglas en inglés), o arrastrando hacia ilegibles notas al pie la información referida a sus deudas. Cuando Enron colapsó tenía 3,500 SPE.


Fuente:
http://elcomercio.pe/economia/1345579/noticia-hernando-soto-esta-crisis-no-financiera-sino-conocimiento

domingo, 4 de diciembre de 2011

Jim Simons, el matemático multimillonario


Contadores de visitas



A la edad de 40 años, Jim Simons lo tenía todo para hacer Historia en el mundo de las Matemáticas en Estados Unidos. Ganador del Premio Oswald Veblen de Geometría, ya había una teoría con su nombre: la Chern-Simons.
Entonces, Simons decidió que quería ser multimillonario. Hoy, 23 años después, tiene una fortuna estimada en 10.600 millones de dólares, o sea, 7.900 millones de euros. Todo gracias a su 'hedge fund', Renaissance Technologies. Un fondo que no sólo es el que mejores retornos ha dado en la última década, sino que demuestra el estado de la economía y las finanzas actuales: entre sus 275 empleados no hay un solo economista. La mayor parte de su plantilla son programadores, físicos y matemáticos. Y así Simons ha convertido lo que se llama ‘trading de alta frecuencia’ (o, según sus iniciales en inglés, HTF) en una máquina de hacer dinero.
Así que, para entender a Simons hay que comprender primero dos términos: uno, hedge fund; el otro, ‘trrading de alta frecuencia’. Que no se asuste nadie. En realidad, son dos cosas muy sencillas. Y, si los periodistas, los políticos y los académicos las explicáramos más a menudo, todo el mundo entendería mucho mejor eso de ‘los mercados’.
Un 'hedge fund' es un fondo no regulado. Las empresas financieras (a las que los anglosajones llaman ‘instituciones financieras’) están reguladas por los Estados. Un banco o un fondo de pensiones sólo pueden invertir, por ejemplo, en determinados activos. Frecuentemente, se les exige que esos activos tengan calificación ‘triple A’ por las agencias de calificación de riesgos (nuestros queridos Moody’s, Standard and Poor’s, Fitch IBCA, etcétera). Así pues, antes de que nos dé otra sofoquina contra las agencias de calificación, recordemos que son los Gobiernos quienes les han dado poder para decidir qué activos tienen categoría ‘de inversión’ y que activos no (en ese último caso, se les califica de ‘bonos basura’).
A todo esto, estamos hablando de los activos más abundantes: bonos—públicos y privados—y derivados—activos cuyo precio depende de otros activos, y que permiten hacerse rico o arruinarse en cuestión de días—.
¿A qué se debe esa regulación? Al hecho de que los depósitos en los bancos, por ejemplo, están garantizados por los Estados (al menos, hasta un cierto nivel). Por tanto, los Gobiernos no quieren que esas instituciones financieras corran demasiados riesgos (aún así, como estamos viendo todos, sí los corren, pero ésa es otra historia).
Los 'hedge funds' no están regulados. Eso indica que pueden invertir en lo que les dé la gana, lo que quieran, pedir prestado cuanto puedan y correr los riesgos que les apetezca, porque el Estado no corre con la factura si quiebran (aunque, en al menos un caso, que fue el hundimiento del hedge fund LTCM, en 1998, EEUU tuvo que orquestar un rescate por parte de bancos privados para que el fondo no se llevara por delante al sistema financiero mundial).

Trading de alta frecuencia

Algunos elementos de la operativa de los hedge funds son similares a los de los fondos de capital riesgo (‘private equity’). Para invertir en ellos suele hacer falta aportar como mínimo 20 millones de dólares. Sus comisiones son monstruosas: el 20% de la apreciación de la inversión más el 2% del capital invertido. O sea: si alguien invierte 20 millones y logra una apreciación del 10% (2 millones), el fondo se queda con 400.000 dólares.
Eso es lo que hace un hedge fund. Pero Renaissance, además, es uno de los fondos especializados en HTF. El ‘trading de alta frecuencia’ son operaciones financieras realizadas por ordenadores sin que intervengan seres humanos. Normalmente, cada transacción tarda alrededor de 0,0025 segundos, y los márgenes que deja son minúsculos (de ahí viene gran parte de la oposición a una tasa sobre las transacciones financieras, dado que eliminaría esas ganancias). Pero, si se repiten constantemente, acaban generando beneficios inmensos.
Simons ha centrado sus actividades en el llamado 'arbitraje', es decir, en la búsqueda de diferencias infinitesimales en los precios de los mismos activos. Si los ordenadores los detectan y se aprovechan de ello (comprando una milésima más barato y vendiendo una milésima más caro), el éxito está garantizado. Entre el 50% y el 70% de las operaciones que se realizan en Bolsa en EEUU se practican por este método. El problema es que los ordenadores no piensan, así que pueden exacerbar tendencias, o sea, crear una tremenda volatilidad en el mercado. Otro riesgo es que a las máquinas les da igual lo que no sean números. Que Mario Monti anuncie un ajuste del gasto en Italia no tiene repercusiones para los ordenadores, salvo que éstos sean reprogramados.
Así es como Simons, que se retiró del ‘día a día’ de Renaissance, ha construido su fortuna. Aunque no concede entrevistas, su carácter es, por utilizar un eufemismo, idiosincrático. En su época de matemático, fue despedido del Departamento de Defensa de EEUU por criticar la Guerra de Vietnam. Entre sus hábitos está no usar calcetines, según explica Sebastian Mallaby en su libro sobre los grandes hedge funds More Money Than God. Y, como muchos de sus competidores —el mejor ejemplo es acaso George Soros— lo que más le inspira es, probablemente, el sentido de aventura que ya dejó claro cuando a los 20 años se fue en moto desde EEUU hasta Colombia y, en ese país, montó una fábrica de baldosas.
Simons —que perdió dos hijos en un accidente de tráfico— está retirado, pero las transformaciones que contribuyó a introducir en el campo de las finanzas prosiguen. Los ordenadores y los algoritmos tienen cada día más influencia en el mercado que las personas y las empresas.

Publicado El Mundo: