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"La abeja diligente no se detiene a libar de la flor caída"
Es decir, trabajan con empeño, con inteligencia, e interés, no se preocupa de las cosas de poco valor, sino que va a la flor que tiene miel, en busca de los valores. Este proverbio nos enseña que no debemos relacionarnos con personas psíquicamente carenciales y espiritualmente indigentes; personas sin contenido, sin entidad, sin substancia. Perderemos lastimosamente el tiempo si nos relacionamos con los que son pobres de solemnidad en materia de espíritu y valores. Evitemos a toda esa gente, que es gente caída, como la flor del proverbio. Tengamos, pues, la diligencia de la abeja, que no se detiene a libar de la flor caída.
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