El trámite más inútil de México
9 de enero de 2009.- El presidente Felipe Calderón tiene ya los resultados de la convocatoria que puso en marcha para localizar el trámite burocrático más inútil surrealista o complejo. El concurso duró tres meses, participaron más de 20.000 personas y el ganador se llevó un premio de 300.000 pesos (algo más de 16.000 €).
La medalla de oro a la inutilidad se la llevó la Seguridad Social (IMSS), y los dineros, una mujer que narró la odisea por la que atraviesa cada vez que tiene que pedir el medicamento que debe administrar mensualmente a su hijo de siete años.
Un hombre examina los requisitos necesarios para pedir el pasaporte en México. (Foto: AP)
El segundo premio (y casi 11.000 €) se lo llevó otra mujer que explicó los avatares por los que pasó para cambiar su acta de nacimiento en la Ciudad de México. Colas eternas, documentos innecesarios, decenas de impresos, teléfonos que no funcionan, tramites surrealistas o funcionarios inútiles fue lo más denunciado por miles de participantes. Muchos ridiculizaron incluso al propio concurso después de intentar sin éxito y durante horas, conocer las bases del mismo.
Aún así, el gobierno mexicano dijo estar muy sensibilizado con el asunto de la burocracia y el propio Calderón, al entregar el premio, insistió en que "trabajará sin descanso en la reducción y en la eliminación" de tramites absurdos "con en el uso de tecnologías que faciliten el cumplimiento ciudadano de sus obligaciones". En pleno delirio reformador o embriagado aún de buenos propósitos para el año que comienza dijo que impulsa "una nueva mítica de valores al servicio de la sociedad", para explicar el desastroso estado de la burocracia local.
Para ello, recientemente la ministra de administraciones publicas, Elena Salgado, llegó hasta México en un intento por aportar la experiencia española en 'simplificación administrativa'.
En el extremo opuesto, y ahora que vamos dando clase por el mundo, reto a la ministra a que logre un trámite más rápido y una agilidad mayor a la conseguida por el Ayuntamiento del Distrito Federal en la entrega del carné de conducir.
En una simplificación que roza la temeridad, el muchacho que atiende el 'abarrotes' en la esquina de mi calle me enseñó la semana pasada su nueva 'licencia de manejo'. No tiene coche y pocas veces se ha subido a un automóvil más pequeño que el autobús que toma a diario. Sin embargo, sólo necesitó 18 euros, su DNI y un recibo de teléfono, para que 20 minutos después saliera con el carné en el bolsillo. Sin examen, sin estudio médico y sin pasar por la autoescuela. Un carné que hasta ahora le ha servido para entrar en la discoteca.
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