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Impulsos que dañan
¿Le han dado ganas de patear la computadora o de gritar a los compañeros en el trabajo? Respire hondo y lea algunas pautas para que no explote en el ambiente laboral.
La ira ha sido clave para la subsistencia del ser humano. ¿Estaríamos aquí si nuestros ancestros no se hubieran enfrentado a tanta bestia temible? Sin embargo, en condiciones civilizadas, la ira excesiva resulta inapropiada y hasta nociva. “Las reacciones impulsivas ocurren en personas con escasa tolerancia a las frustraciones. Estas provocan una irritación incontrolable”, señala Gabriela Cossi, jefa de la Unidad de Psicología de la Clínica Internacional.
BOMBA DE TIEMPO. Según la especialista, las razones que generan los arrebatos de ira están vinculados, por lo general, a la acumulación de experiencias negativas dentro y fuera del trabajo: problemas familiares, apuros económicos, presión por hacer las cosas bien, remuneración injusta, entre otras. “La situación se hace insostenible, peor aun cuando las cosas no salen bien en el trabajo. La menor molestia dispara el gatillo”, precisa Cossi. ¿Qué hacer para evitar tal escenario? La especialista recomienda lo siguiente:
- Buscar la calma. Orientar los pensamientos hacia lo positivo. ¿Qué solución óptima se obtiene con gritos y patadas? Hay que priorizar la razón sobre la emoción.
- Aprender a comunicar. Un diálogo fluido y tolerante con los compañeros de trabajo evitará conflictos innecesarios. Un ambiente laboral ameno es más productivo.
- Ponerse en el lugar del otro. ¿Cómo se sentiría usted al recibir ataques cargados de rencor? En vez de ofrecer disculpas, mejor es no generar el problema.
- Interiorizar. Conocerse a sí mismo, ese cliché tan antiguo, es vital para controlar los impulsos. Por ejemplo, si uno sabe que es un ‘fosforito’, lo más sensato es alejarse del problema y no propiciar ‘incendios’ sociales.
- Técnicas. Hay maneras de no dejarse llevar por la ira. Respirar hondo antes de gritar al subordinado o al compañero de al lado, por ejemplo. O contar hasta diez, caminar y pensar en soluciones. Encuentre las suyas.
- Canalizar la ira. Las actividades fuera del centro de labores son importantes para estar en paz con uno mismo. Haga deporte, compre una mascota, comparta con la familia, haga cerámica en frío... En fin, busque una actividad productiva a nivel emocional.
BOMBA DE TIEMPO. Según la especialista, las razones que generan los arrebatos de ira están vinculados, por lo general, a la acumulación de experiencias negativas dentro y fuera del trabajo: problemas familiares, apuros económicos, presión por hacer las cosas bien, remuneración injusta, entre otras. “La situación se hace insostenible, peor aun cuando las cosas no salen bien en el trabajo. La menor molestia dispara el gatillo”, precisa Cossi. ¿Qué hacer para evitar tal escenario? La especialista recomienda lo siguiente:
- Buscar la calma. Orientar los pensamientos hacia lo positivo. ¿Qué solución óptima se obtiene con gritos y patadas? Hay que priorizar la razón sobre la emoción.
- Aprender a comunicar. Un diálogo fluido y tolerante con los compañeros de trabajo evitará conflictos innecesarios. Un ambiente laboral ameno es más productivo.
- Ponerse en el lugar del otro. ¿Cómo se sentiría usted al recibir ataques cargados de rencor? En vez de ofrecer disculpas, mejor es no generar el problema.
- Interiorizar. Conocerse a sí mismo, ese cliché tan antiguo, es vital para controlar los impulsos. Por ejemplo, si uno sabe que es un ‘fosforito’, lo más sensato es alejarse del problema y no propiciar ‘incendios’ sociales.
- Técnicas. Hay maneras de no dejarse llevar por la ira. Respirar hondo antes de gritar al subordinado o al compañero de al lado, por ejemplo. O contar hasta diez, caminar y pensar en soluciones. Encuentre las suyas.
- Canalizar la ira. Las actividades fuera del centro de labores son importantes para estar en paz con uno mismo. Haga deporte, compre una mascota, comparta con la familia, haga cerámica en frío... En fin, busque una actividad productiva a nivel emocional.
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