jueves, 29 de julio de 2010

EL ESPAÑOL NO TIENE GENES PARA SER EMPRENDEDOR

Ser funcionario nunca fue una opción para Paco Ragageles. A pesar del excepticismo que pudiera levantar, con 30 años decidió emprender un proyecto con un grupo de amigos para difundir el uso de las nuevas tecnologías e internet. Lo que empezó como una propuesta no lucrativa, se perfila hoy como uno de los mayores eventos de entretenimiento electrónicos en los ámbitos nacional e internacional, con ediciones en Brasil, México o Argentina. La Campus Party —que se celebra ahora mismo en Valencia hasta el próximo domingo— cuenta con más de 15 áreas temáticas y de entretenimiento para acoger a un público «cada vez más adulto». En entrevista con ABC, Ragageles hizo hincapié en el poco aliento que reciben los jóvenes españoles para crear cosas nuevas. A sus 43 años es dueño de la compañía E3 Futura, auspicida por Telefónica.
—¿Cómo surgió su interés por las nuevas tecnologías?
—Es innato en mí. Desde chiquitito me gustaba todo lo relacionado con la electrónica, la comunicación y los ordenadores. Siempre he sido un bicho raro en ese sentido.
—¿En qué círculos empezó a moverse para encauzar su carrera?
Yo trabajaba en la radio, empecé en el mundo de la comunicación. Cuando internet empezó a tener un número de usuarios razonables, a un grupo de amigos y a mi se nos ocurrió organizar un evento para difundir las nuevas tecnologías y ayudar a que más gente se conectara. Así empezaron a surgir oportunidades de negocio.
—¿Entonces la Campus Party Surgió como una especie de «lan party»?
—No, no. La Campus Party se podría enmarcar en sus inicios dentro del género llamado «demo partys», que eran encuentros especializados con ordenadores «Amida» sin red, que programaban radio y música. Pero nuestro proyecto desde el primer momento se llamó «campus» porque tenía un lado formativo, era más que reunirse porque sí. No existe una «lan party» que tenga las quince áreas temáticas que tenemos nosotros y que dure una semana. Visualmente parecen lo mismo por los ordenadores, pero son diferentes.
—¿El público más adulto se está incorporando al evento?
—Una características de la Campus Party es que no dejamos asistir a menores si no están acompañados por sus padres. Así acuden más adultos. Además hay contenidos que los atraen: ciencia, astronomía, robótica...
—Cuando se le ocurrió montar el proyecto, ¿a qué instituciones acudió en primera instancia?
—El día cero, al Instituto de la Juventud de Benalmádena. Fuimos a ver a Ricardo Tarno, que era el director en el año 1997 y nos dijo: Me lo creo, os voy a ayudar.
—¿Está el espíritu emprendedor en auge en España?
—Hay que incentivarlo. El español no tiene en los genes ser emprendedor. Ni nuestra cultura ni nuestro sistema educativo lo fomentan. Tampoco en el ámbito familiar. Cuando intentas emprender algo de joven la gente te dice que estás loco, que te vas a equivocar, que si no tienes nada que hacer, que te metas a funcionario. Hay que dejar que la gente lo intente, se estrelle, y lo siga intentando. Los padres en Estados Unidos se sienten felices y orgullosos de ver a sus hijos montar un laboratorio en el garaje. Un padre español se enfada.
—Con el tiempo, el ocio en internet y los videojuegos han dejado de ser exclusivos de los llamados «frikis».
—Es uno de los pasos que se han dado de una forma natural en los últimos quince años. Antes los videojuegos estaban casi penalizados, criminalizados y muy mal vistos. Ahora todo el mundo juega, incluso en familia.
—Con esa noción lúdica de la red, la gente expone su vida personal sin plantearse posibles riesgos.
—Eso es como la vida misma. Cuando conoces a alguien en un bar o en una discoteca, también te expones. Hay que tener cuidado.
—Cada vez se tiene más acceso a servicios a través de internet. En el caso de la prensa, ¿podrían llegar a desaparecer las ediciones impresas?
—Sí, creo que desaparecerá el formato papel, pero no el Periodismo. Eso tiene que existir siempre.
—¿Le parecen acertadas las leyes lanzadas desde el Gobierno contra la piratería?
— Existen demasiados intereses económicos que no están dejando ver con claridad a los que gobiernan cuál es el camino a seguir. El cambio cultural e industrial que están provocando las nuevas tecnologías es tan grande que no tendrán más narices que desarrollar leyes razonables. Pero estamos en un período en el que los «lobbies» de poder todavía influyen demasiado. Eso no quiere decir que valga el «todo gratis» o que no se tengan que proteger los derechos. Pero no se puede funcionar como hace 50 años.
—¿Dónde se ve dentro de diez años?
—Ayudando a otros más jóvenes que yo a hacer proyectos apasionantes. Y espero que en el campo aeroespacial, que es mi gran pasión.







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