lunes, 25 de octubre de 2010

“En el mundo, la carretera ha pasado de moda”


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Si alguien es un apasionado de los trenes en el Perú, ese es Armando Rivera. Con 46 años dedicado a gerenciarlos –ha pasado por el Ferrocarril del Sur y Centro y ha sido consultor del Banco Mundial–, hoy es el gerente de Inca Rail, empresa que lleva un año operando hacia Machu Picchu. Autor: Gonzalo Pajares C.

CompartirEnviar.“Yo estaba en Arequipa cuando el papá de unos amigos nos dijo que una compañía de ferrocarriles buscaba jóvenes profesionales... y que el trabajo incluía una capacitación de un año en Inglaterra. Esto nos animó y nos fuimos. Justo me tocó ver el Mundial del 66. Estuve en la famosa final entre Alemania e Inglaterra”, nos dice Armando Rivera, gerente general de Inca Rail, una de las empresas de trenes que opera en Machu Picchu.

¿FUE GOL EL DE INGLATERRA?

(Risas). Es difícil saberlo. La pelota tocó en el travesaño y cayó, pero no sé si adentro. El partido lo pudo ganar cualquiera, pero si fue gol o no queda en la conciencia del árbitro.

ESTABAN DE MODA LOS BEATLES, LOS ROLLING STONES...

Vi a los Beatles en vivo. Fue un buen año para mí: me capacité bien (conocí el taller de trenes más grande del mundo, aprendí de todo, desde el uso de los controles de los trenes hasta gerenciarlos), entré en contacto con Europa, con Inglaterra...

¿CAMBIÓ SU VISIÓN DEL MUNDO?

Bastante. Aprendí a ser disciplinado, a ser más tolerante, a respetar a las personas. Luego me fui cuatro meses a Estados Unidos, a una fábrica de locomotoras, y vi cómo se hacían desde cero. Soy un apasionado del tema... hasta tengo mi tren eléctrico de juguete...

COMO EL DE ALAN...

(Ríe). También participé en ese proyecto. Yo dirigí el equipo multidisciplinario y multinacional –formado por unas 50 personas– que hizo el anteproyecto del tren. Ojalá se termine porque es una necesidad para Lima.

¿AL PERÚ LE FALTAN VÍAS FÉRREAS?

Sí. Los ferrocarriles traen muchos beneficios distintos a los de una carretera. Le doy un ejemplo: veamos la Carretera Central, está saturada, llena de camiones y buses que circulan a 10 km/h. El Ferrocarril Central va a 35-40 km/h, pues nada lo interrumpe. Allí ya tiene una ventaja. El ferrocarril puede transportar más y a menor costo y, encima, no tenemos el combustible subsidiado como sí lo tienen los buses, camiones y autos. Todos estos subsidios e ineficiencias los pagamos los contribuyentes. Otro ejemplo: la carretera la mantiene el Estado; las vías de tren, el operador. El camionero solo circula y destroza.

¿QUÉ SE PRIORIZA EN EL MUNDO: LA CARRETERA O LOS TRENES?

En el mundo, la carretera ha pasado de moda, ahora se prioriza la construcción de vías férreas. Siempre nos vanagloriábamos que teníamos el tren más alto del mundo, pues hoy lo tiene China. China, por ejemplo, hoy corre trenes a 400 Km/h; Europa, a 300 km/h. El desarrollo tecnológico y la cantidad de pasajeros que se mueven por tren en el mundo es más grande que la que se mueve por carretera.

SI ESTO ES ASÍ, ¿POR QUÉ NO SE HACEN MÁS TRENES EN EL PERÚ?

Estamos atrasados. Teníamos más de 7 mil km. de vía férrea, ahora llegamos con las justas a dos mil. Hemos retrocedido. En los últimos cien años no ha habido incentivos ni desarrollo de nuevas líneas. Las últimas, mal hechas pero necesarias –se usó trocha angosta cuando se maneja trocha estándar–, son las de la ruta Huancayo-Huancavelica. A los gobiernos peruanos les faltó visión de Estado. Y lo peor es que hoy tampoco se nos escucha. Las inversiones que se necesitan no son más altas que las de una carretera: un riel, un durmiente, duran 40 o 50 años; la carretera dura solo diez. Entonces, la pregunta no debe ser “¿cuánto me cuesta?” hacer una línea férrea sino “¿cuánto me dura?” frente a una carretera.

TUVIERON PROBLEMAS PARA OPERAR EN MACHU PICCHU...

Tuvimos algunas dificultades pero vencimos todas las resistencias, todas las objeciones, hasta que ya no pudieron decirnos que no. Nuestra ventaja está en que somos muy cuidadosos con nuestros pasajeros y cuidamos el medio ambiente. ¿Cómo? No competimos, nos mimetizamos con la naturaleza –por dentro y fuera del vagón– por los colores que usamos. Además, cuidamos las emisiones de los motores de nuestras máquinas. Asimismo, todo lo que servimos no tiene preservantes ni químicos. Y como si fuera poco, somos más baratos que nuestra competencia.

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